La industria farmacéutica y la investigación

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afrol.com/AKN, febrero 2001 - La industria farmacéutica, como insudtria que es, está dispuesta a rentabilizar su producto, dejando la salud y buenas maneras para planos a contemplar en último lugar, de modo que pueden estar muriendo personas por deficiencias vitamínicas en Zimbawe, mientras se tiran a la basura excedentes caducados en España, y que el mercado local se cubre incentivando a los médicos para que aconsejen la marca, no la eficacia, que solamente tiene que ser justificada.
Los laboratorios fidelizan a los profesionales con viajes de incentivo que nunca se declaran y que conforman un pago ilegal a los doctores, de los que no escapa ningún profesional; actividad asumida como normal, después de tanto tiempo de práctica continuada.

En el marco de la globalización y liberalización de mercados, la salud de los países más pobres se ve gravemente amenazada por los acuerdos internacionales de derechos exclusivos de mercado, que permiten a las industrias propietarias de los monopolios de buena parte de los medicamentos vitales, fijar unos precios que resultan inasequibles para las poblaciones más desfavorecidas.

Según Médicos Sin Fronteras, sus equipos se han encontrado con medicamentos producidos de manera ilegal, a menor precio pero de dudosa calidad, como en una campaña de vacunación contra la meningitis en Nigeria, en la que se demostró que las vacunas habían sido falsificadas y no contenían más que agua. Además de podemos observar la contradicción que se da al encontrar los mismos medicamentos más caros en Guatemala o Bangkok que, por ejemplo en Canarias.

 

La Investigación.
El auge de la medicina moderna occidental comenzó en el siglo XIX, época en que se realizaron grandes descubrimientos en el campo de la biología. A comienzos de siglo se conocía ya casi toda la estructura del cuerpo humano, hasta en sus detalles más diminutos. La medicina del siglo XX se caracteriza por la gradual orientación de la biología hacia el nivel molecular y por la comprensión de varios fenómenos biológicos a este nivel. El primer adelanto significativo -resultado de nuevas aplicaciones y elaboraciones de conceptos forjados en el siglo XIX- fue la aparición de gran cantidad de medicamentos y vacunas para combatir las enfermedades causadas por bacterias -la fiebre tifoidea, el tétanos, la difteria y muchas más- y luego contra las enfermedades víricas. En medicina tropical, la acción conjunta de la inmunización y los insecticidas para controlar los mosquitos que transmiten las enfermedades logró, prácticamente, erradicar las tres enfermedades más comunes del trópico: la malaria, la fiebre amarilla y la lepra. Tan sólo encontramos un obstáculo, el elevado coste de estos medicamentos para los países pobres; o sea, precisamente los países tropicales.

Entre 1935 y 1970, la contribución de la industria farmacéutica contra las enfermedades tropicales fue crucial, cuando el mercado de los medicamentos se sometía a los intereses de los países colonizadores. Tras los procesos de descolonización, se manifiesta por parte del mercado farmacéutico un notable desinterés por las patologías que afectan a los países pobres, aumentando las producciones y desarrollos de cremas solares, tratamientos para la obesidad, y una larga lista de productos de belleza y decayendo en cuanto a enfermedades tropicales de modo que entre 1975 y 1997, de los más de 1200 medicamentos comercializados en el mundo, sólo trece iban destinados a este tipo de enfermedades. No se conformó el colonialismo con acabar bacteriológicamente con miles de vidas en el momento de la ocupación, sino que además abandonó a sus antiguos súbditos cuando no le hicieron falta, permitiendo que murieran de las nuevas enfermedades. 

Según la Organización Mundial de la Salud: "un tercio de la población mundial carece de acceso a los medicamentos esenciales"; "En los países desarrollados, un tratamiento con antibióticos puede comprarse por el equivalente a dos o tres horas de salario"; "En países en vía de desarrollo tratar una simple neumonía con antibióticos puede costar el salario de un mes".

 

Experimentación con humanos o el progreso de la guerra química.

Tanto en la guerra del Golfo como en la guerra contra Serbia, las tropas estadounidenses usaron proyectiles recubiertos de uranio empobrecido, que aumenta su poder de destrucción. El polvo de óxido de uranio -tóxico y radiactivo- que se produce tras la detonación envenena el medio ambiente de forma duradera, causando numerosas muertes por leucemia y otros tipos de cáncer, así como malformaciones congénitas. Estos efectos se han observado después de 1991 en extensas zonas de Irak, donde quedaron dispersas unas 750 toneladas de uranio empobrecido -cuya vida media es de 4.000 o 5.000 años-, así como en los cuerpos de los aproximadamente 80.000 soldados norteamericanos víctimas del "síndrome del Golfo Pérsico". Se considera que han hecho aumentar entre 20.000 y 100.000 casos la incidencia del cáncer entre los veteranos estadounidenses y los ciudadanos iraquíes.

Recientemente, se han descalificados algunos expedientes en EEUU que ponen de manifiesto la falta de escrúpulos impresa en la línea de investigación y que debería avergonzar a la humanidad. Estos hechos concretos, unidos a algunos que se han hecho públicos extraoficialmente, hacen esta lista –que vemos demasiado larga- pero no terminan de reflejar la triste realidad.

· En 1931. El doctor Corneluis Rhoads infecta deliberadamente con células cancerosas a un grupo no determinado de personas en Puerto Rico, con el resultado de 13 muertes. El médico sería posteriormente destinado al Departamento de Guerra Biológica del Ejército de EE.UU. en Panamá, Utah y Maryland. También participó en investigaciones sobre los efectos de las radiaciones en grupos de soldados, presidiarios y pacientes de hospitales.

· Años 40. En el marco de un programa de desarrollo de fármacos contra la malaria se infecta a 400 presidiarios, a quienes no se les informa de los verdaderos objetivos de dicho programa. Durante los juicios de Nuremberg, los nazis citaron este antecedente en su defensa a la hora de justificar sus propios experimentos con prisioneros.

· 1950. La Marina de EE.UU. esparce una nube de bacterias sobre San Francisco, simulando que ha tenido lugar un ataque enemigo. Varias personas enferman de neumonía.

· 1950-53. Se emplea un arma biológica, el ántrax, contra Corea del Norte. También se usan mosquitos infectados con fiebre amarilla y roedores portadores de otras graves enfermedades.

· 1955. El Departamento de Guerra Química y Biológica de la CIA esparce el agente de la tosferina en la bahía de Tampa (Florida), con el resultado de 12 muertes. Los detalles del experimento siguen estando clasificados.

· 1966. El ejército libera un bacilo en la red de ventilación del metro de Nueva York. No se detectaron efectos (detalles clasificados).

· 1969. El director delegado de investigación y Tecnología para el Departamento de Defensa solicita, ante un subcomité del Congreso, financiación para producir un agente sintético biológico. La nueva enfermedad sería resistente a la terapia inmunológica y el desarrollo de dicho agente se habría conseguido en un período de 5 a 10 años (el primer caso de sida aparece 10 años más tarde).

· 1980-1981. Durante su estancia en cárceles de Miami, centenares de refugiados haitianos desarrollan ginecomastia (crecimiento de los pechos), como consecuencia de experimentos con hormonas. Los afectados denunciaron que les sometían a sesiones obligatorias de inyecciones.

· 1981. Unos 300.000 cubanos son afectados por el dengue. La revista de inteligencia Covert Action Informatic Bulletin, que investiga el caso, acusa a EE.UU. de la aparición del mal.

· 1982-85. Denuncias de nuevas enfermedades propagadas por aviones de EE.UU. en zonas guerrilleras de El Salvador. En 1985, la mitad de la población de Managua enferma de dengue tras vuelos de reconocimientos de aviones norteamericanos. 

· 1996. Bajo la presión del Congreso y la judicatura, el Departamento de Defensa de EE.UU. reconoce que mantiene actualmente 127 programas de investigación de guerra biológica en EE.UU. y, asimismo, que durante la Guerra del Golfo 20.000 militares resultaron afectados por algunos de estos agentes biológicos.


Fuente: AKN


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