En Somalia más de diez millones de personas padecen las consecuencias de un conflicto crónico y la ausencia de un gobierno efectivo, completamente abandonado por la comunidad internacional desde hace más de una década. Las pocas organizaciones humanitarias internacionales que continúan trabajando en terreno somalí, son los únicos testigos y portavoces del sufrimiento existente. Además, Médicos Sin Fronteras recuerda que las frecuentes catástrofes naturales -sequías, inundaciones y epidemias- se ven agravadas por la destrucción y la falta de mantenimiento de las infraestructuras, hospitales, casas, etc. La actual sequía pone de manifiesto que más de 800.000 personas están amenazadas por la hambruna, en un país donde la situación nutricional de la población es ya de por sí extremadamente precaria. El cólera y el sarampión son endémicos y la escasez de agua potable afecta a más del 80 % de la población. Desde el comienzo del conflicto, se ha producido la muerte o el desplazamiento de más de dos millones de personas y hoy en día Somalia es el sexto país del mundo en número de refugiados. Paralelamente se calcula que las personas desplazadas internamente se elevan a 300.000, sólo en la capital Mogadiscio. Se calcula que el flujo de desplazados internos a la capital es de 20 familias por día. Frente a esta dramática situación, Médicos Sin Fronteras denuncia que los somalíes "intentarán sobrevivir un día más, al margen de Bin Laden, de la guerra contra el terrorismo y de la coyuntura actual internacional". La organización humanitaria, en cualquier caso, espera que. mientras los políticos discuten sobre si bombardear o no Somalia como próximo paso en esta nueva guerra internacional contra el terrorismo, el brote anual de cólera que afecta a Somalia desde hace siete años no se declare".
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